*** Desempeñó múltiples funciones en los espacios de la ULA, dando un ejemplo de excelencia y amor por su trabajo
En el pasaje cuatro del barrio Gonzalo Picón, del municipio Libertador del estado Mérida, creció un niño de alma noble, llamado Luis Márquez, nacido hace 52 años, hijo de Jacinta Márquez, oriunda de los pueblos del sur.
Vivió una infancia feliz, era un pequeño tranquilo, solidario, que jugaba en camaradería con sus vecinos, perinola, pelotica de goma, metra; este último juego, le dio su apodo, cuenta, su hermana mayor Rosa Márquez.
“Freddy, el hijo de la señora Nerida, le puso Tomatico, porque cuando jugaban metras e iba Luis perdiendo, se le ponía la cara roja. Dice Freddy que se ponía rojo como un tomatico; entonces, todos empezamos a llamarlo así, tomatico, de cariño”.
Fue el hermano menor de la familia, trabajó en diferentes sitios y múltiples tareas, en el Aseo Urbano de Caracas, como mecánico, arreglando hornos. Ingresó a los espacios de la Universidad de los Andes (ULA), en el año 1994, donde fue trabajador hasta sus últimos días.
En estos espacios académicos se desempeñó como aseador, mensajero, chofer jardinero, en otras funciones. Allí tuvo el honor de conocer al presidente Jatami de la República Islámica.
Así lo reseñó un órgano de comunicación llamado la Hormiga Roja en 2006, donde narran el encuentro; en él se describe su loable energía, su amor por su trabajo, al punto de que ese personaje habla con él a través de su traductor y le señala:
“¿Usted siempre habla con las plantas?”. Luis le respondió: “a veces les silbo; hoy les estaba agradeciendo”; el excelentísimo visitante por medio del traductor le comentó que él también tenía esa virtud, “eso te hace un hombre sabio y bueno”, le dijo.
Excelente persona
Maritza Torres, secretaria de Sindicato de Trabajadores de la Universidad de los Andes (Soula), agregó que “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Luisito fue un excelente padre de familia, compañero de trabajo”.
Destacó que “era un compañero con mucha jocosidad, alegre, a todo le sacaba un chiste, siempre dispuesto a dar lo mejor de sí, a aportar un granito de arena para todo, eso lo convertía en un excelente colaborador. También nos representó en varios juegos de la universidad”.
Asimismo, fue reconocido por las autoridades universitarias por su labor como trabajador; de igual manera, fue miembro de los Bomberos de Forestales.
Luis en su día a día
“Era un hombre alegre, le gustaba escuchar la canción de Billos, Valencia Señorial; era muy buen bailarín”, destacó, su hermana Rosa Márquez. “De todo sacaba una canción, tocaba maracas, hacia música con un peine y un papel; nos alegraba en las fiestas de cumpleaños, en las festividades”.
El amor por su familia era importante. “Desde su humildad buscaba ayudarnos a todos; tuvo tres hijos, Luis Alberto, Luis José, Luismar Valentina Márquez Moreno, eran la preocupación de su vida,” señaló.
Describió su hermana que “una de las últimas conversaciones fue por mi tío Guillermo Márquez de la aldea de Los Amarillo, ya que le llegó la Carta Agraria por el Instituto Nacional de Tierra y mi tío es mayor, supera los 100 años, y aún quiere seguir sembrando. Esa noticia tenía a Luis muy feliz”.
Hizo frente a las injusticias
En plano religioso perteneció a las cofradías de San Benito, y apoyó siempre la fiesta del Divino Niño del barrio Gonzalo Picón, cada 21 de julio; se hacía presente con sus hijos para trabajar, para que todo saliera bien.
Le tildaban de loco, dice su hermana, “por sus creencias; pero nunca se dio por vencido, siempre luchó contra las injusticias, siempre se mantuvo con su espíritu revolucionario”.
Por ello, el Gobierno Bolivariano le rinde honores a este hombre trabajador, por estar del lado del pueblo, con su pensamiento y acciones liberadoras, este primero de mayo, Día del Trabajador.
(OCI/Agusmir Guarache A).
Fotos Cortesía Familia Márquez